Desde la medicina hasta el placer de decorar
Los nativos americanos cocinaban las hojas de monarda en una infusión que facilitaba la digestión y ayudaba a disolver la flema. Los indios de Oswego bebían el té rojo también por placer. Cuando en 1773 se agotó el té negro en Boston debido a un boicot a la importación, los inmigrantes blancos también bebían el té de esta flor roja. En Europa, la monarda se empezó a utilizar posteriormente y principalmente como planta ornamental apreciada.